Parte 15 - Sobre el carácter plurimiasmático del desequilibrio vital


Sobre el carácter plurimiasmático del
desequilibrio vital

     Ya hemos visto en los anteriores capítulos la referencia de Hahnemann sobre la posibilidad de que coexistan varios o los tres miasmas en un paciente.
Vayamos a otros parágrafos al respecto:

     Parágrafo 40:
     “ La enfermedad nueva, después de haber obrado largo tiempo en el organismo, al fin se une a la antigua que es desemejante, y forma con ella una enfermedad compleja, de modo que cada una ocupa una localidad especial en el organismo, es decir, los órganos peculiarmente adaptados a ella y solamente el lugar que especialmente le pertenece, mientras deja los órganos restantes a la otra enfermedad que le es desemejante. Así un sifilítico puede atacarse de sarna y viceversa. Pues dos enfermedades desemejantes no pueden destruirse, no pueden curarse la una a la otra. Al principio los síntomas venéreos son acallados y suspendidos cuando la erupción psórica comienza a aparecer; con el tiempo, sin embargo (como la sífilis es al menos tan fuerte como la psora), las dos se juntan (*), esto es, cada una ataca solamente aquellas partes del organismo que le son más afines, y de este modo el paciente se hace más enfermo y más difícil de curar.

     Cuando dos enfermedades agudas infecciosas y desemejantes coexisten, como por ejemplo, la viruela y el sarampión, una de ellas detiene el desarrollo de la otra, como se ha hecho notar antes; no obstante, ha habido también fuertes epidemias de esta clase, en que dos enfermedades agudas y desemejantes, en casos raros, se han presentados simultáneamente en un solo y mismo organismo, y se combinan, por decirlo así, por corto tiempo la una con la otra. Durante una epidemia en que prevalecieron al mismo tiempo la viruela y el sarampión, de entre trescientos casos (en que estas enfermedades se suprimían o suspendían mutuamente, el sarampión se presentó veinte días después de la viruela, y la viruela apareció diez y siete o diez y ocho días después del sarampión, de modo que hasta después que la primera enfermedad completaba previamente su curso normal) hubo un caso en que P. Russll (*’) encontró ambas enfermedades al mismo tiempo en una persona. Rainey (*’) fue testigo de la aparición simultánea de sarampión y la viruela en dos muchachas. J. Maurice (*’), en toda su práctica solamente observó dos casos de esta clase. Casos semejantes se encuentran en las obras de Ettmüller (*’) y en los escritos de algunos otros.
Lencker (*’) vió la vacuna recorrer su periodo normal juntamente con el sarampión y con la púrpura.
 Jenner observó que la vacuna recorrió su periodo sin contratiempo durante el tratamiento mercurial de la sífilis.”

(*) “Por experimentos cuidadosos y curaciones de enfermedades complejas de esa clase, estoy ahora firmemente convencido que no tiene lugar un amalgamiento real, sino que en tales casos una enfermedad existe en el organismo además de la otra, solamente que cada una se localiza en la parte que le es afín y la curación completa se efectuará por una alternación de la mejor preparación mercurial, con los remedios específicos de la psora, dados en la dosis y forma más convenientes.”

Parágrafo 206:
     “Antes de comenzar el tratamiento de una enfermedad crónica, es necesario hacer una investigación muy cuidadosa (*) para saber si el paciente ha tenido alguna infección sifílitica (o una infección con vegetaciones gonorreicas); pues entonces el tratamiento debe dirigirse sólo hacia ésta, estando únicamente presentes los signos de la sífilis; pero actualmente es muy raro encontrar sola esta enfermedad. Si tal infección ha tenido lugar anticipadamente, también esto debe retenerse en la mente al establecer el tratamiento de estos casos en que la psora está presente, porque en ellos la última (psora) está complicada con la primera, como sucede siempre cuando los síntomas no son los de la sífilis pura. Cuando el médico cree tener frente a sí un caso de antigua infección venérea, tiene siempre o casi siempre que tratar una afección sifilítica acompañada (complicada con) principalmente por la psora, pues esta discrasia (la psora) es en alto grado la causa fundamental más frecuente de las enfermedades crónicas. A veces ambos miasmas pueden estar complicados también con la sicosis en organismos crónicamente enfermos, o lo que es más frecuente, la psora es la única causa fundamental de todas las otras enfermedades crónicas, cualquiera que sea el nombre que lleven, y que son, además, estropeadas, aumentadas y desfiguradas hasta un grado monstruoso por la impericia alopática.”
(*)Cuando se adquiere informaciones de esta clase, no debe uno dejarse imponer por las afirmaciones de los enfermos y de sus familiares que señalan como causas de las enfermedades crónicas, aún en las más graves y de las más inveteradas, un enfriamiento sufrido muchos años antes por haberse mojado o tomado agua, estando el cuerpo en transpiración, un susto antiguo, un esfuerzo, una pena, etc., etc. Estas causas ocasionales son demasiado débiles para engendrar una enfermedad crónica en un cuerpo sano, sostenerla durante años y hacerla cada año más grave, como sucede con todas las afecciones crónicas que proceden de una psora desarrollada. Otras causas más importantes que éstas deben haber presidido el nacimiento y el progreso de un mal crónico, grave y tenaz. Estas causas ocasionales, a lo más, son capaces de despertar de su estado latente un miasma crónico.”

     Del Tratado de las Enfermedades crónicas:

“Pero si el paciente estuviere afectado simultáneamente de otra dolencia crónica, como es frecuente luego del tratamiento alopático de las verrugas ficoideas, entonces hallaremos con frecuencia que la psora* ya latente en el paciente, ahora se ha complicado con el sicosis. Algunas veces, cuando la gonorrea ha sido precedida por la enfermedad del chancro venéreo y ésta ha sido mal tratada aquellos dos miasmas se conjugan con sífilis en triple combinación. Entonces es necesario comenzar el tratamiento por lo más aflictivo, la psora, mediante los remedios antipsóricos específicos que se mencionan más adelante y luego recurrir a los remedios para el sicosis, antes de administrar Mercurius en dosis conveniente y en la preparación más adecuada para combatir a la sífilis, tal como se explica más adelante; tal tratamiento alternativo deberá ser aplicado de continuo hasta que se haya logrado total curación. Solamente uno de estos tres tipos de medicamentos debe ser dado por vez y durante adecuado lapso para que cumpla su acción.”

     “Lo mismo ocurre con la sífilis, gracias a una misericordiosa providencia de la naturaleza, en los casos en que el chancro o el bubón hayan sido extirpados localmente, lo que ha producido la consiguiente erupción de la enfermedad venérea, si en este estado se contrae nueva infección. Esta nueva infección, en tanto su chancro no sea objeto de tratamientos locales, puede ser fácilmente curada juntamente con la enfermedad venérea surgida de la infección anterior, tan sólo con una dosis de la preparación mercurial más adecuada, como si el primer chancro estuviera aún presente y siempre que no se hubiera complicado con alguno de los otros dos miasmas crónicos y en especial con el psórico, pues en tales casos y de conformidad con lo ya explicado, será  preciso comenzar por ]a psora.”

“A lo largo de mi práctica solamente dos casos* hallé en los que se hubieran complicado los tres miasmas crónicos: la enfermedad de las verrugas ficoideas con el miasma del chancro venéreo y con psora desarrollada y ambos fueron curados siguiendo el mismo método: la psora fue tratada primero, luego uno u otro de los dos miasmas crónicos restante, según cuál de ellos exhibiera los síntomas más prominentes y a continuación el otro. Los síntomas psóricos remanentes debieron ser combatidos con remedios adecuados y por último lo que todavía perdurara del sicosis o de la sífilis, por los remedios ya mencionados.”

Ver también Paragr .232, 234. Pag :

     Hahnemann hace un comentario sobre la condición desemejante de cada miasma y la incapacidad de que una de estas enfermedades cure a la otra, en todo caso suspende sus manifestaciones transitoriamente, u ocupa finalmente cada una el sitio en el organismo que mas se amolda a su naturaleza.
     Refiere nuevamente en los casos de infección por dos o los tres miasmas, comenzar por el tratamiento antipsórico y luego continuar sucesivamente en el orden del que presente síntomas mas ostensibles, pudiendo necesitar reiniciar otro ciclo de tratamiento para combatir las manifestaciones remanentes.